Zaragoza es la capital de la región y la ciudad más grande y poblada, dominada por sus dos catedrales (la Seo y la -también- basílica de El Pilar), y famosa por tener el palacio islámico más al norte del mundo, la Aljafería.
Interesante es también su arquitectura civil renacentista, con multitud de casas-palacio que se distribuyen entre las pequeñas calles del casco histórico, además de grandes edificios como La Lonja, en línea con el estilo de otros edificios mercantiles de la Corona de Aragón (como la lonja de la Seda en Valencia).
Menos conocidos son los restos de la Zaragoza romana, de la que han llegado a nuestros días una parte del foro, el teatro y unas termas.
Se trata de un ejemplo de ciudad donde se pueden ver vestigios de todas las culturas que han pasado por la península Ibérica a lo largo de la historia.
La vida hoy en día es muy animada y resulta difícil no encontrar a los locales llenando los bares y disfrutando de las largas barras llenas de ‘pinchos’ que se despliegan ante sus ojos. La costumbre de “tomar un vermut” es una de las más arraigadas en la ciudad.
Pero a pesar de la tendencia centralizadora en torno a la capital, no todo el interés de la provincia se puede resumir en la ciudad de Zaragoza, si no que en esta provincia podemos encontrar lugares imperdibles como la ciudad de Tarazona, el espectacular Monasterio de Veruela situado a las faldas del Moncayo, el castillo de Loarre o también maravillas naturales como el Parque Natural del Monasterio de Piedra.
REGIÓN DE HUESCA – PIRINEO ARAGONÉS
Aunque Zaragoza se lleva buena parte del turismo de la región, en invierno la atención se dirige más al norte, cuando miles de turistas viajan a las diferentes pistas de esquí del Pirineo aragonés.
Pero no sólo en invierno; los Pirineos nos permiten una gran oferta de ocio todo el año. Caminar por sus senderos infinitos permite explorar hábitats de una gran biodiversidad, disfrutar de impresionantes parajes y evocar su pasado glaciar mientras descubrimos alguno de los cientos de ibones que llenan el paisaje pirenaico. También es muy habitual la práctica de los llamados deportes de aventura como el barranquismo o descenso de cañones, vías ferratas, kayak, volar en parapente, etc.
Si partimos el Pirineo en dos, la zona Este, con el Sobrarbe y Ribagorza, es la que más atractivo tiene en términos de alpinismo, pues aquí se encuentran algunos de los picos más altos, no solo de esta cordillera, si no también de toda la Península Ibérica, como son el Aneto, el Posets y el Monte Perdido, todos ellos con una altitud que supera los 3.300 metros.
Aquí está además la que es sin duda una de las joyas de los Pirineos: el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Entre los picos Posets y el Aneto, nos topamos con el valle de Benasque, también conocido como el valle de los Tres mil (por los picos que tiene a su alrededor), un lugar en calma para aprender a disfrutar de momentos de tranquilidad, pero también momentos de actividad y disfrute al aire libre.
En la parte baja de estas dos comarcas, encontramos numerosos pueblos con encanto que vale mucho la pena visitar, como son Aínsa, Graus, Roda de Isábena o Alquézar, situado ya en el entorno de la Sierra de Guara.
Del otro lado del Pirineo, nos encontramos ante los Valles Occidentales y algunos lugares de referencia para el visitante como Jaca, con su curiosa ciudadela pentagonal y su muralla con forma de estrella, Canfranc y su imponente estación de tren, o el Monasterio de San Juan de la Peña, excavado en la roca, lugar de leyendas del primigenio reino de Aragón.
Para los amantes de la naturaleza, imposible perderse el valle de Tena con la excursión al Ibón de Piedrafita.
El clima aquí es un clima mediterráneo montañoso, caracterizado por precipitaciones irregulares, grandes oscilaciones térmicas y frecuentes heladas y nevadas en invierno.
REGIÓN DE TERUEL
Sin duda la más desconocida y la más rural de todas, pero también la que cuenta con mayor potencial por descubrir.
Es aquí donde tan de moda se han puesto las rutas de slow-driving para los amantes de la conducción y aquellos que disfrutan explorando rincones poco transitados y pueblos con encanto fuera de las manidas rutas turísticas.
Puede realizar la ruta de la conocida como la “Toscana aragonesa” por la comarca del Matarraña, con pueblos de piedra con un gran encanto (Calaceite, La Fresneda, Valderrobres) y una apacible naturaleza, ideal para los que buscan la desconexión y sienten el gusto por lo local y lo auténtico.
O seguir la ruta del mudéjar por esta provincia, visitando el pueblo de Montalbán o por supuesto la ciudad de Teruel, conocida tanto por la leyenda de los ‘Amantes’ (nuestros particulares Romeo y Julieta) como por el patrimonio artístico de este estilo que llena la localidad.
También puede descubrir centenarias tradiciones como la que se da en Calanda, en el Bajo Aragón, para Semana Santa, conocida como “Romper la hora”. Cada Viernes Santo, un poco antes de mediodía, miles de calandinos y calandinas vestidos con túnica y tercerol morado en la cabeza y tambor o bombo a cuestas, se concentran en la plaza principal del pueblo, para tocar al unísono un toque (que se convierten en muchos y que puede durar de 30 minutos a 1 hora).
En esta localidad además nació el genial cineasta Luis Buñuel, por lo que de paso puede visitar un centro dedicado donde se recrea el universo surrealista del director.
El clima de Teruel es continental, con inviernos bastante fríos y veranos relativamente calurosos, pero, sobre todo, con fuertes variaciones de temperatura entre la noche y el día.
POR QUÉ IR
Tanto si es un explorador intrépido a la caza de experiencias llenas de adrenalina, un entusiasta de la naturaleza con su flora y su fauna, un apasionado de la cultura que nos legaron las grandes civilizaciones que poblaron esta tierra siglos atrás, como si busca un lugar de desconexión y tranquilidad, Aragón es su destino.
Sumérjase en la estampa nevada que inunda el paisaje de los Pirineos en invierno y disfrute de las varias estaciones de esquí a su disposición.
Piérdase en las infinitas rutas que se abren por los valles pirenaicos de Benasque, Gistau, Broto, Hecho o Tena, descubriendo a su paso ibones glaciares, formaciones rocosas singulares, cuevas e incluso pueblos abandonados.
Fúndase con el entorno en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, recorra sus senderos mientras comparte las vistas con águilas, buitres y quebrantahuesos, y suba a la famosa Cola de Caballo, uno de los saltos de agua de mayor altura del país.
Visite ciudades y pueblos no tan acostumbrados al turista y siéntase un local más entre sus calles, sus gentes y sus bares. Disfrute de la gran oferta gastronómica y vinícola y participe de la cultura del vermut y del pincho al mediodía.
Dese un capricho y mímese en los balnearios de aguas termales de Jaraba, Paracuellos del Jiloca o de Panticosa.
Descubra la Historia que hay detrás de esta región con identidad y cultura propias.